El desistiment de l’empresariat va provocar el cop de mà a la Cambra de Comerç

Published On: 8 juliol 2020Categories: Sense categoria0 Comments

Entrevista d’Albert Batlle, membre del comitè directiu d’Units per Avançar, publicat a Crónica Global el dia 8 de juliol de 2020.

Batlle: “La dejación del empresariado provocó el golpe de mano en la Cámara de Comercio”

El dirigente de Units per Avançar, partido que trabaja en una confluencia catalanista con el PNC, cree que un “referéndum es un callejón sin salida” y ve a Puigdemont como “un problema para este país”

María Jesús Cañizares @MJesusCanizares

“Si hay que ayudar al Gobierno con un programa consensuado, por supuesto que lo haremos”. Albert Batlle (Barcelona, 1953) se muestra partidario de recuperar la influencia que, en época de Jordi Pujol o cuando el PSC era influyente en el socialismo español, tuvo Cataluña en la política del país. El dirigente de Units per Avançar –la formación mejor posicionada para alcanzar un acuerdo con el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC) de Marta Pascal– apuesta por una confluencia catalanista que supere la división en bloques que ha provocado el procés.

En una entrevista con Crónica Global, el teniente de alcalde de Prevención y Seguredad en el Ayuntamiento de Barcelona cree que “el populismo y los mensajes mesiánicos de Carles Puigdemont son un problema para este país”

–Pregunta: El sábado, Units per Avançar celebra un consell nacional. ¿Novedades?

–Respuesta: Se trata de una reunión ordinaria, pero muy marcada por el calendario político en el que nos encontramos, abocados a un proceso electoral en las próximas semanas o meses, más semanas que meses. Estamos haciendo acopio de lo que podemos aportar. Es conocida la propuesta que hemos lanzado de una confluencia del centro catalanista para encontrar una salida a la parálisis institucional y de gobierno que Cataluña está sufriendo desde hace ocho años.

–¿Se consolida el acuerdo con el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC)?

–Hay conversaciones. Los buenos procesos de negociación se hacen a partir de las sucesivas aproximaciones. Es un proceso elástico, que a veces está muy próximo y a veces se distiende. Tenemos contacto con ellos, es una propuesta preferente la de poder llegar a un acuerdo con el PNC, pero también debemos estar abiertos a otras sensibilidades, fuerzas políticas y económicas y sociales que puedan sumarse. Hemos dicho siempre que no vamos a una sopa de letras sino a una confluencia de sensibilidades. Los más estructurados posiblemente seamos nosotros, Units per Avançar y PNC, con quienes llevamos un año de conversaciones en lo que se llamó el grupo de Poblet, la confluencia de El País de Demà. Pero, insisto, queremos tener en cuenta el conjunto del catalanismo que va más allá de estas dos fuerzas políticas.

–¿Cuál es el común denominador? ¿Un referéndum pactado y legal?

–¡Cuidado! Nosotros hemos dejado bien claro que un referéndum en estos momentos no conduce a ningún sitio. No defendemos un referéndum. Lo que defendemos es que ahora necesitamos ponernos de acuerdo aquí en Cataluña. Hay que recomponer toda una cacharrería que se ha ido rompiendo durante mucho tiempo. Y abrir un proceso de diálogo para aumentar lo que nos une a todos, que es la mejora del autogobierno. Y no descartamos que en un futuro acuerdo que podamos llevar a cabo con las instituciones del Estado español, este acuerdo pueda ser sometido a un referéndum del pueblo de Cataluña. Pero lo que nos interesa ahora es trabajar por un buen autogobierno y creo que tenemos un amplísimo camino por recorrer sin recurrir a temas que nos llevan a callejones sin salida. En estos momentos no hay condiciones para que pueda haber un referéndum en Cataluña y mucho menos que alguien pueda plantearse una solución unilateral como la que vemos que se sigue formulando desde los entornos del independentismo, representado ahora por lo que queda de Junts per Catalunya o ese amasijo de problemas que tiene el sector independentista.

–¿Qué opina de esos llamamientos a la confrontación de Carles Puigdemont?

–Nosotros vamos a un proceso de confluencia catalanista, que ha tenido una trayectoria de éxito, en el que caben independentistas posibilistas con opciones razonables. No le pedimos a nadie que renuncie a su ideal, pero nosotros vamos a hacer un programa para el buen gobierno, no para la independencia. A Puigdemont no le preocupa la situación del país. Esto se ha convertido en una olla de grillos. No ha habido ninguna propuesta de país, más allá de proclamas ilusorias. “Vía unilateral”, “confrontación”, “ruptura con el Estado”… Es imposible y ya lo hemos visto, son pantallas pasadas. Ahora queremos ofrecer una pantalla clara del buen gobierno.

–Pero parece que la marca Puigdemont tira todavía…

–Yo siempre he dicho que Puigdemont es un problema para este país. De populismos y mensajes mesiánicos, desgraciadamente, la historia está muy llena. Puigdemont no tiene ninguna posibilidad de intervenir en la política catalana a corto plazo. Tras el 1 de octubre se hinchó de hacer proclamas y ha perdido el pulso de lo que es la realidad del país. La distancia, al final, es el olvido.

–¿Puigdemont puede polarizar tanto unas elecciones en las que, al final, las opciones moderadas no tengan opciones?

–Precisamente queremos acabar con lo que llamamos el empate infinito, con una sociedad catalana dividida en dos bloques, una mitad que opta por el independentismo y otra, también muy fraccionada, que no es independentista. Lo que se ha producido es un voto prestado o voto huérfano de gente que no está convencida, pero a falta de otras opciones, se decanta por un lado u otro. Creo que hay centenares de miles de votos, incluso una mayoría a favor de soluciones más transversales, entre un independentismo irredento y un españolismo incapaz de dar alternativas. Hemos hablado de Puigdemont, pero critico con igual fuerza, por ejemplo, al papel que ha hecho Ciudadanos, después de unas elecciones en las que ganaron un voto transversal de personas que pensaban que se desbloquearía la situación, pero ha dilapidado un patrimonio electoral. Nosotros queremos representar a una mayoría de catalanes que quiere ser bien gobernada, que se reconozca la identidad de las instituciones del país, la realidad nacional catalana, su lengua, su cultura, el blindaje de determinadas competencias, pero al servicio de la convivencia. Y para mí es muy importante la vocación de intervenir en la política española, de la que nos hemos olvidado durante mucho tiempo.

–¿Cómo sería esa intervención?

–Cataluña intervino en la época de Pujol, pero también cuando el PSC tenía mucho peso en el conjunto del socialismo español. Esto se ha perdido. Lo que pido es recuperarlo, pero con una visión diferente. Nosotros no vamos a hacer una remasterización de nada. Nosotros no vamos a mercadear con España, vamos a colaborar lealmente. Vamos a ofrecer lealtad y vamos a exigir lealtad. Que se reconozca el derecho de Cataluña a tener una buena financiación, que se reconozcan sus especificidades concretas, unas buenas infraestructuras. Parece mentira que en pleno siglo XXI estemos todavía discutiendo sobre el Corredor Mediterráneo. Y en contrapartida, ayudar y participar en la gobernabilidad de España. Al nivel que sea. Si hay que ayudar al Gobierno de España con un programa consensuado, por supuesto que lo haremos.

–Cuando dice que no van a mercadear con España, ¿se refiere a CiU o a ERC, que ahora ejerce ese papel?

–Históricamente se ha dado una imagen de peix al cove. Esa no es la manera de colaborar. Cataluña sigue siendo, no sé por cuánto tiempo, uno de los grandes motores económicos y sociales del país. Queremos participar lealmente en esa gobernabilidad de España, pero que se acepte elevar nuestro techo competencial. Además del debate del Corredor, es una vergüenza que todavía no tengamos acabada la terminal de mercancías del puerto. Nosotros no vamos a ser cómplices de situaciones que perjudiquen al Estado, al contrario. Queremos llegar a un acuerdo que favorezca a Cataluña porque también favorecerá al conjunto de España. Es la frase de Maragall cuando nos dieron los Juegos Olímpicos: “Lo que es bueno para Barcelona es bueno para Cataluña y lo que es bueno para Cataluña, es bueno para España”.

–Es inevitable recordar que a Duran (UDC) le ofrecieron ser ministro del Gobierno español en varias ocasiones, pero no quiso. ¿Sería diferente ahora?

–He dicho que nuestra opción no es remasterizante. ¿Qué es el catalanismo? Nosotros tenemos un sistema federalizante. El catalanismo es la forma catalana de ser federales. Es unión y libertad, según la definición de un viejo teórico socialista. Libre unión de los pueblos de España y reconocimiento de estas especificaciones. Y eso es lo contrario al juego corto, el mercadeo del día a día. Es la posibilidad de trabajar en un proyecto común que reconozca la identidad de Cataluña.

–Reformulo la pregunta: ¿usted se ve de ministro en un Gobierno de España?

–¡No, no, en absoluto! Yo me veo en estos momentos en un proyecto de obediencia catalana para reconstruir lo que se ha estropeado durante mucho tiempo. El tema nacional es muy importante, pero la reconstrucción social y económica de Cataluña es urgente. Tenemos encima la espada de Damocles de cómo vamos a salir de esta situación tan complicada. Menos turistas, ERTE, situación de pánico de sectores económicos y de los trabajadores… Y mientras parece que estamos ensimismados con un referéndum o si vamos a romper con España. Me parece que es una falta de respeto hacia nosotros mismos.

–¿Qué opina de la gestión del rebrote de Lleida, que ahora depende del Govern?

–Todos debemos de remar en estas circunstancias. No vale echarnos los trastos a la cabeza. Hay quien se plantea por qué se permitió entrar a personas contagiadas de otros lugares. Nadie está libre de sufrir lo mismo en otro sitio del Estado, las fronteras dentro de España no existen, hay movilidad y por tanto hay que apelar primero a la responsabilidad individual y que las administraciones refuercen sus estructuras para que no nos encontremos a la situación en la que nos encontrábamos hace tres meses.

–¿El PDeCAT está condenado a pactar con esa confluencia catalanista?

–Veremos, esto es tan fluido que no sabemos cómo acabará. Puigdemont ha convocado el inicio de un proceso constituyente para el 25 de julio. Veremos cómo se posicionan, no solo el PDeCAT, sino individualmente los responsables institucionales: alcaldes, senadores, diputados… Yo he hecho un llamamiento a incorporar a nuestro proyecto a personas que decidan que la vía de Puigdemont no nos conduce a ningún sitio. Pero nuestra propuesta es para dar pasos sólidos, no para alimentar utopías y fer volar coloms.

–ERC y PSC también se presentan como garantes de ese catalanismo.

–Cada uno tiene la historia que tiene. ERC es un partido que siempre que ha afrontado un cruce de caminos, siempre ha escogido el peor. Es una realidad casi objetiva. El PSC debe jugar un papel importante en este proceso de reconstrucción nacional, pero también tiene muchos peajes en la política española que condicionan su actuación. Reivindico un espacio de obediencia catalana, no para hacer separatismo, sino para reafirmar a Cataluña en una negociación sin peajes previos. El PSC tuvo mucha importancia en Cataluña hace años, pero la capacidad de influencia en la gobernabilidad de España desde la especificidad del socialismo catalán es muy baja.

–¿Qué feedback tenéis de sectores empresariales y sociales que, como decía, confiaron en su día en Ciudadanos?

–Creo que el sector económico ha hecho dejación de su responsabilidad durante los años del procés. Un ejemplo es lo que ha pasado con la Cámara de Comercio, es increíble ese golpe de mano, ese asalto del independentismo por dejación del sector económico. Las conversaciones que tengo es que este sector ve con esperanza nuestra propuesta, llaman a la unidad del catalanismo, están deseando que esto funcione. También los sectores sociales. El tercer sector se ha sentido muy maltratado por las propias instituciones catalanas. Hay que recuperar la colaboración público-privada, que ha sido una fórmula de éxito en Cataluña. Tenemos un sistema educativo con una doble virtualidad, público y privada. Hemos visto un desprecio absoluto hacia la escuela concertada, que representa el derecho de los padres a elegir el modelo educativo que quieren para sus hijos. Esto es lo que queremos recuperar y creo que hemos tenido un buen recibimiento. Pero ahora debemos ir con una cierta prisa.

-¿Usted se ha ofrecido a liderar ese espacio? ¿Como candidato a la presidencia de la Generalitat?

–Efectivamente, candidato a encabezar una lista con voluntad de ser decisivos en la política catalana.

–¿El PNC está de acuerdo en eso?

-Eso forma parte del proceso de negociación en el que estamos. Es más. Es un proyecto que puede ir bien o regular, pero no morirá el día de las elecciones. Sea cual sea el resultado, debe tener una vocación de futuro. Más allá de una confluencia electoral, en un futuro debe convertirse en una fuerza política que intervenga en todos los sectores de la vida política y económica de Cataluña.

-¿Qué opina de la polémica sobre el bilingüismo en TV3?

–Que la lengua nunca puede ser un factor de división está en el ADN del catalanismo. Entre todos hemos elaborado un modelo lingüístico de éxito. Soy muy crítico con Ciudadanos porque rompió con ese consenso, pero estoy completamente en contra de las declaraciones que hemos oído. El tema de la lengua estaba muy bien solucionado. El catalán es la lengua propia de Cataluña, pero toda la población conoce perfectamente el castellano y lo usan normalmente. Me niego a que esto sea objeto de una batalla y que lo sea es responsabilidad de quienes la fomentaron en el pasado y de quienes quieren hacerlo ahora.

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